vivía una niña inocente, a la que le gustaba ir a la playa, hacer castillos de arena y dibujar en ella mientras se comía un helado de vainilla. No le importaba lo que le dijesen los demás, ni lo sucia que estaba, solo se concentraba en su helado y en que la arena no se metiera en la toalla para que no le riñesen.
¿Dónde está esa niña ahora?
Donde nadie la puede ver.

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