Y así, cualquiera que se parase a pensar deduciría que éste podría
ser su último año en la Tierra, al menos tal y como la conocemos.
Deduciría que, a través de la superstición y de la suerte, el
karma, tanto si existiese como si no, los gatos negros traerían malos
presagios, al igual que las escaleras, los espejos rotos y el decir que algo malo
no sucede desde hace algún tiempo.
Por el contrario, puede decir que tocar madera, las orejas de
conejo y pensar en positivo traerá buena suerte para todos.
Pero eso sería fingir ser un gurú del destino.
Por que yo me pregunto…
¿Qué más da si el año que viene es 2012 o es 4057?
No sabemos lo que pasará dentro de dos años, ni dentro de una
hora, si alguien se caerá por la ventana, si un desconocido cruzará en rojo o
si de repente llamará a la puerta de tu casa.
No sabemos con quién compartiremos una vida y a quién olvidaremos,
pero es mejor no saberlo.
Prefiero vivir sin miedo a nada, y disfrutar de todo tanto si el
mundo se acaba hoy, mañana, el 31 de Diciembre de 2011 o cuando esté junto a él.
No te distraigas del presente, o el futuro te pillará por
sorpresa.
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