If he started arguing, he'd kiss you.

miércoles, 31 de agosto de 2011

Mrs. Christmas.


Ese día caminaba por el barrio más lúgubre de la ciudad, al lado del más transitado.
A un lado de las fincas, estas eran acristaladas a lo opaco, como las ventanas de una limusina.
Las calles están llenas de gente. En cada puerta de una casa hay un vagabundo. Pero nadie - salvo unos cuantos niños que les miran embobados arrastrados por sus madres. parece percatarse de que están ahí.
En la estación de metro, un hombre toca el acordeón y mira alegre a quienes le ignoran.
El acordeón está atado a un pedal que al pisarlo hace que suba una armónica hasta su boca, y al soplar, un mono gigante con unos platillos que lleva atado al pecho choca estos entre sí.
Ese hombre orquesta le recuerda al de Mary Poppins. Solo le faltan los pingüinos del parque.
Pasa por al lado y le da una pulsera que espera que le regale a su mujer por Navidad y no se lo cambie por un dólar a un desconocido. - Seguramente haga lo segundo.-
La gente está tan concentrada en hablar por el móvil gritando, taparse la boca con la bufanda o proteger a sus bebés del gélido invierno, que está segura de que si roba un plátano de la frutería, se sube a uno de los tendederos que cuelgan de las casas viejas y se tirara por el cable (usando el plátano como soporte de la tirolina) nadie se daría cuenta.
Eso es lo que tiene la ciudad. Nadie descansa nunca, ni siquiera en Navidad.
Los escaparates están llenos de luces que ciegan la vista, renos de peluche y bastones de caramelo.
Los niños, que parecen ser los únicos con espíritu navideño/"no zombies", se detienen en medio de la calle para observarlos y fascinarse con la nieve que cae dentro de la tienda.
Provocan quejas de personas a las que les importa más llegar a fin de mes que levantar del suelo al niño que acaban de empujar.
En cada esquina, como si se tratase de una fábrica, hay varios "Papá Noel" que luchan por ese rinconcito de la ciudad, discutiendo si era de uno u otro mientras gritan los descuentos que una de las tiendas a las que patrocinan ofrece.
Se pasa al "lado oscuro de las casas".
Las casas, o antes lo eran, tienen un aspecto mohoso.
Hechas de ladrillo marrón y con más escaleras de emergencia al aire libre que estructura en sí, ocultan tabernas oscuras y contenedores de basura con las tapas abiertas.
Al final del callejón, una pequeña "oficina de cobro" ofrece a los Papá Noel que hay por las calles grandes de la ciudad dos dólares a cambio de ofrecer sus servicios. 
Servicios que constan de tocar una campana, decir: "¡Jo, jo, jo!"
y dar a los niños -y a los no tan niños- caramelos con sabor a fresa que en verdad saben a guante sudado. Y los dólares no llegan la mayoría de las veces...
-¡Verdadero sentido Navideño!
PD: And a happy New Year...!

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