se queda fijada en ésta. No tiene cámara, lo hace con sus ojos.
Cada pestañeo, cada vez que cierra su ojo y lo abre a las pocas décimas de segundo, recuerda un momento y destaca una imagen.
Es un sentido, una emoción, la humildad de no necesitar una lente para recordar de algo.
El único objetivo es la felicidad, el instrumento es la vista y el ayudante la memoria.
Lo innecesario le sobra, le viene grande.
Hay talla única, y es su vida.
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