acaba de empezar y que el fin está muy lejos.
No pienso detenerme a contar los días que faltan para su fin, ni los que hemos dejado ya atrás, por que son pocos y me parece una pérdida de tiempo.
Quiero viajar al presente y no moverme ni para atrás ni para adelante.
Solo avanzar por que es lo que hace que transcurra el tiempo.
Quiero que me pille por sorpresa lo que vaya a suceder mañana.
No saber si al despertar olerá a tostadas quemadas o a ambientador.
Si me despertarán los sonidos de las persianas al levantarse o la vecina guardando las cacerolas.
Si el nesquik se quedará pegado a la cucharilla al echar la leche, si hará sol o lloverá, si me irá internet a la primera o tendré que apagarlo y encenderlo ochenta veces antes de que funcione.
Son cosas que no sé si pasarán mañana y ya me las estoy imaginando.
Dependiendo a lo que estemos acostumbrados, todo es predecible.
No pretendo adivinarlo todo, es más, quiero hacer de este verano lo más impredecible posible.
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