No te puedo asegurar que
mañana vaya a salir el sol, ni que las nubes tengan forma de conejo o de oveja,
ni que las montañas se verán con mayor o menor claridad en la lejanía.
No sé si la mermelada de
tu nevera caducará o si dos más dos dejarán de ser igual a cuatro.
No sé si superarás el vértigo,
entre todos tus temores, si el agua sabrá más a mineral o si te cortarás con la
esquina de un papel al pasar la página.
Lo que sí que te puedo
asegurar es que el sol seguirá allí, aunque las nubes lo tapen. Éstas tendrán
textura transparente y de algodón de azúcar. Las montañas se camuflarán entre
la bruma, la mermelada seguirá siendo de naranja amarga, o de fresas, ciruelas…
Dos más dos serán parte de una suma, el vértigo seguirá siendo el miedo a las
alturas, el agua se congelará formando gotitas de hielo, y el papel habrá sido
prensado, probablemente provinente de los árboles.
Basémonos en lo real, en
lo seguro, lógico y habitual.
¿Partiendo de qué?
De que lo cotidiano se
aleja de ti.
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