Coge el subrayador. Lo agarra con fuerza. Esta vez no se le va a escapar.
Demasiadas cosas han huido de ella últimamente. Todo fluye, como los líquidos, sin control, sin límites, hasta una frontera inexistente.
De repente, siente que la consistencia le falla. Su mano tiembla, se mueve nerviosa, al contoneo de piezas de sal en el agua de mar.
Mezcla es la de su mente, y no la que describen en el libro.
En vez de eso, de responder a su cabeza, al departamento de “haz lo que debes”, decide redondear cada palabra que le recuerda a él.
Quiere consumir cada gota de tinta que quede en el pequeño marcador, ya que son todas las que le obligan a hacer memoria.
¿Le ha hecho caso al corazón? No. El corazón es solo un músculo, al cual se le relacione demasiado pronto con el amor, por el simple hecho de acelerar el pulso, de hacer fluir a la sangre con mayor velocidad, rompiendo heridas.
Pero ahora tiene un coágulo, un colapso, que le impide concentrarse en algo que le aleje de él.
Sus músculos, antes tensos, van cediendo a ritmo de las marchas de un coche.
Finalmente, los afloja, hasta que el tubito cae al suelo.
Aún no se sabe cuál de los dos ha caído más bajo.
Demasiadas cosas han huido de ella últimamente. Todo fluye, como los líquidos, sin control, sin límites, hasta una frontera inexistente.
De repente, siente que la consistencia le falla. Su mano tiembla, se mueve nerviosa, al contoneo de piezas de sal en el agua de mar.
Mezcla es la de su mente, y no la que describen en el libro.
En vez de eso, de responder a su cabeza, al departamento de “haz lo que debes”, decide redondear cada palabra que le recuerda a él.
Quiere consumir cada gota de tinta que quede en el pequeño marcador, ya que son todas las que le obligan a hacer memoria.
¿Le ha hecho caso al corazón? No. El corazón es solo un músculo, al cual se le relacione demasiado pronto con el amor, por el simple hecho de acelerar el pulso, de hacer fluir a la sangre con mayor velocidad, rompiendo heridas.
Pero ahora tiene un coágulo, un colapso, que le impide concentrarse en algo que le aleje de él.
Sus músculos, antes tensos, van cediendo a ritmo de las marchas de un coche.
Finalmente, los afloja, hasta que el tubito cae al suelo.
Aún no se sabe cuál de los dos ha caído más bajo.
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