Es el momento de
olvidarlo todo.
De respirar pólvora,
centrar nuestras miradas en papeles y envoltorios de esas mini-explosiones que
se producen cada milésima de segundo, en algún rincón de Valencia.
De contemplar las
Fallas plantadas, de preguntarse cómo las harán, qué materiales usarán, qué
pasará este año para que las haga una fiesta inolvidable.
Será el momento
de vaciar nuestra mente, de dejar que la consuma el sonido de la Macletà, la
luz de los castillos o el aroma del chocolate con churros.
Será el instante
de la hoguera que consuma cada recuerdo de esta semana, quien arrastre miles de
formas de sonrisa que desatan diariamente.
Ya están aquí de
nuevo, las Fallas.
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