¿Sabes cuánto me ha costado admitirlo?
¿Cuánto tiempo he gastado en ti, en pensarte?
No, ni lo sospechas. En cierto sentido pienso que es mejor porque,
si lo supieras, te asustarías. Te sueño lo inimaginable, estás en cada esquina,
paso de cebra, semáforo, pelo castaño, clase, pasillo…
A veces intento gritarte, pero casi nunca eres tú.
¿Qué digo? Siempre eres tú. Pero no junto a mí.
Así que prefiero susurrarlo porque, al fin y al cabo, no me
escucharás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario