Mientras tú te levantas, te pones tus zapatillas, te lavas y te
peinas, yo pienso en una estrategia para fugarme contigo.
Mil excusas se me pasan por la cabeza, pero ninguna es
suficiente.
Sobran las formas de escapar:
Volando, en trineo, cavando un túnel bajo tierra,
secuestrándote, en un taxi sin conductor, en un submarino con piloto
automático...
Me da igual cuándo, dónde y cómo, solo quiero escaparme.
Pero cuando veo el reloj y vuelvo a la hora real, me doy cuenta
de que cosas tan estúpidas como perder la pareja de un calcetín o tirar un bol
de cereales pueden hacerte perder un mínimo pero increíble segundo de tu vida.
O también pueden encontrarlo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario