En la
panadería de la realidad, los sueños se hornean a tu gusto.
La vida es
una completa masa, propiedad de varios, pero también de uso individual, alejado
de lo colectivo.
Ésta se
puede amasar, estirar, dejando que la calidez de las paredes del horno que la
envuelve la derrita por momentos.
Se te
escurrirá de las manos, tal vez con escasez de levadura, con exceso de azúcar
que evitará la acidez producida por las amarguras diarias.
Como el
pastelero que colma de anises la coca, espolvorea el chocolate sobre la mousse,
alcanza el fin del pastel, dándole cima, una cumbre que llaman guinda.
¡Que vivan
los excesos! Los empaches solo se curan a base de más, hasta que el ansia sea
saciada.
El
aprendizaje es largo, hasta que la dulzura lo hace corto.
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