Tirarnos hablando toda la noche entre risas, quejidos de los que
quieren dormir y los ronquidos de alguno que lo ha conseguido al ponerse los
tapones en los oídos… no es nada.
Lanzarse de cabeza a la piscina desde el trampolín arrastrándonos
el uno al otro, no es nada especial.
Lo especial llega cuando uno de los dos se da cuenta de que eso
está pasando realmente, porque deja de ser real.
No lo hagas NUNCA, o se acabará el sueño.
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