-¡Lo
tengo! –Dijo lanzando el periódico a la mesa, dejándolo caer, volador, por una página
cualquiera- ¡Fomentemos el placer que da plasmar las letras en un papel, el
reconocimiento del “tecleteo” de una antigua máquina de escribir que nadie use,
el olor a tinta, a pluma mojada, a papel que sigue intacto pese a las manchas
de café…!
-Perfecto,
pero buscamos una solución para saber si ponemos manzanas o ensaladas en la máquina
expendedora.
-Pongan
chocolate, ¡fuera dietas!
-Pero…
¿Y sus problemas de salud, jefe?
-¡Dejémoslo
todo a un lado por instantes, quiero drogarme de azúcar!
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